domingo, 13 de diciembre de 2009

Recuerdos infantiles...

Hablando con mi hermana sobre las meriendas que teníamos de pequeñas, me vino a la mente los veranos en casa de mi abuela. Nada más acabar las clases en el colegio, iba en taxi con mi padre a casa de mi abuela, lo primero que hacia era llamar a mis amigas desde la calle, todas vivíamos alrededor. Bajaban y jugábamos al escondite, o a la comba, al cascayu, a la goma...siempre teníamos un juego, nunca nos aburríamos. Después venían los mayores, nos quedábamos quietas mirando para ellos y cuando se iban, decíamos..."Iván es para mi"..."Pues a mi me gusta tu primo" y decíamos que de mayores nos íbamos a casar con ellos...Luego llamábamos a voces a las respectivas abuelas para que nos lanzaran el bocadillo por el balcón, o si hacia bueno, bajaban a la hierba con sillas de playa y se sentaban allí a hablar del mundo del corazón o cotilleaban sobre los vecinos del barrio. La merienda siempre era: un bocadillo de jamón york y queso y luego un plátano, o de nocilla y un plátano; pero también había macedonias y helados.
Después de comernos la merienda seguíamos jugando...A las ocho nos llamaban las abuelas, nos teníamos que bañar, cenar y para la cama...Al día siguiente, te levantabas, desayunabas cola cao con galletas o magdalenas mientras veias "Dinosaurio" o "Los Power Rangers", luego tenias que hacer los deberes, como no, los ejercicios de los libritos que tenian puntos para hacer las vocales y las frases o los de Vacaciones Santillana, yo los odiaba. Más tarde, siempre, sobre las 11.00 o las 12.00 una amiga te llamaba para ir a jugar...¿y a que jugábamos por la mañana? Pues a esas muñecas famosas rubias con marido e hijos incluidos, si, a las Barbies. Todas bajábamos nuestras Barbies, Ken's, la casa de la Barbie, el caballo, el coche...Luego nos intercambiábamos los zapatos o la ropa...Recuerdo que mi prima tenia toda clase de vestidos y de zapatos para la Barbie. Luego subías a comer, y hasta que no hicieras la digestión no volvías a bajar a la calle...
Unos años después, cuando creces un poco, te fijas en los chicos que había en tu grupo, recuerdo que en el mio, en un principio, solo habían 3. Javier, Carlos y David. Pero claro, estaban ya cogidos ¿no?. Eran uno o dos años mayores que nosotras, pero nos daba igual, ellos jugaban con nosotras a campos medios, a Javier siempre se le escapaba los playeros, o a hacer de "vigilantes de la playa", Carlos siempre era Matt, o también jugábamos a coger caracoles y hacer una familia, David los cuidaba bien.
Llegaron las maquinas, la Game Boy, y nos viciábamos a los pokemon dejando a las Barbies de lado; las bicis, los patines con los que más de una vez me abrí las rodillas, el patinete con el que saltabas los bordillos...Por las noches, los chicos y chicas mayores iban a los bancos que había detrás de la casa de mi abuela para fumar o liarse, amores adolescentes, y yo los espiaba por la ventana del baño para cotillear con las amigas. A más de uno, se le cayó el pelo por fumar allí. Recuerdo que una vez, en invierno, al hacerse de noche pronto, uno de los mayores nos contó una historia de "miedo" para que no fuéramos a los bancos, ahora la recuerdo y es una tontería, pero de pequeña me dio bastante miedo. Decía que arriba, donde había un monasterio de monjas, había fantasmas que por la noche gritaban y hacían ruidos. Y si te asomabas a la ventana o ibas por allí te cogían y te llevaban con ellos. Esa noche no dormí nada.
Después crecimos, algunos seguíamos quedando, y otros salían con más gente, y no iban a la plazoleta donde quedábamos, o a los bancos donde íbamos...
Poco a poco nos fuimos separando, a veces los veo por la calle, les saludo y recordamos todo esto, con risas y añoranza, con pena por crecer...

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