La suave voz de
Edward sonó a mis espaldas. Me
volví a tiempo de verle subir la
escalera del porche con su habitual fluidez de movimientos. La carrera le alboroto los cabellos. Me rodeo entre sus brazos de inmediato y me beso.
Aquel beso me asusto.
Había demasiada
tensión, una enorme
desesperación en la forma en que sus labios aplastaron los mios...como si temiera que no nos quedara demasiado tiempo.
Sin dejar de
besarme, me levanto en el aire para acomodarme mejor entre sus brazos y me levo hasta la casa como si fuera un bebe.
-
Te quiero. - me susurro en el
oído con sus
fríos labios de piedra.
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