sábado, 10 de octubre de 2009

Vampire love.


- ¡Ay! - gemí sacándome un cristal de mi dedo ensangrentado. Balthazar estuvo a mi lado al momento.
- No tiene mala pinta. - se apresuró a recoger los cristales rotos y los tiró a la basura.
- No, solo necesito vendármelo.
Luego pensé: "un momento".
Estábamos muy cerca, tanto que casi nos tocábamos. En vez de abrir el grifo y poner el dedo debajo del chorro de agua, alcé inseguramente la mano hasta casi rozarle la cara.
Lo cogí por sorpresa; pareció tardar un segundo en darse cuenta de lo que estaba haciendo. Luego me cogió por la muñeca y se metió mi dedo en la boca. Saboreando mi sangre. Cerró los ojos. Al rozar el roce de su lengua en mi piel, el estómago me dio un vuelvo y se me cortó la respiración.
Al cabo de un segundo, Balthazar apartó mi mano de sus labios. Ahora, el corte era únicamente una delgada linea rosa.
- ¿Estás bien? - dijo.
- Sí. - Me sentía terriblemente expuesta. Mi sangre había permitido que Balthazar se introdujera fugazmente en mi mente; él acababa de sentir algunas de las emociones que yo sentía ahora. - ¿Qué has visto?.
Balthazar seguía con mi mano entre las suyas, rodeándome la muñeca con sus anchos dedos.
- Solo curiosidades, nada más. No he probado suficiente sangre para conocerte bien. - Tenía la voz extrañamente ronca. - Cuando por fin compartas sangre con alguien, entenderás la diferencia.
Miré a Balthazar y susurré:
- Bebe mi sangre.
No se movió, pero percibí el cambio que se produjo en él, una especie de tensión que electrizó el aire de alrededor.
- ¿Ahora?
- Esta noche no va a venir nadie más. Estamos solos. Podemos hacer lo que nos apetezca.
- No me refería a eso.- El deseo de sus ojos me hizo sentirme débil, pero de un modo agradable, como el momento antes de bajar una cuesta en una montaña rusa. Me pasó los dedos por la mejilla. - ¿Estás segura?.
- Ya te lo he dicho. Sí. - Pero entonces me pareció que mi audacia se disolvía, porque no tenía la menor idea de cómo hacerlo. - ¿Nos...?¿Te...?
"¿Tengo que destaparme el hombro y dejas simplemente que me muerda?¿Me morderá primero en la mano?" Me sentí estúpida por no saberlo.
- Es mejor que te tumbes. A veces marea. - Balthazar me apretó la mano. - ¿El sofá?
- Vale - dije apartándome el pelo de la cara como si aquello no fuera gran cosa. Lo cual fue una estupidez, porque sí lo era, y Balthazar y yo lo sabíamos, pero yo parecía incapaz de controlarme.
Las piernas me flaquearon cuando fuimos al sofá cogidos de la mano. Balthazar rebuscó en uno de los armarios y sacó un par de toallas oscuras. La pantalla del ordenador se había apagado, con lo que había más oscuridad en la habitación, pero yo no encendí ninguna luz. Sería más fácil, si estábamos envueltos en sombras.
- Quizá quisieras...No quiero estropearte la blusa - dijo Balthazar con voz tensa. Él ya se estaba desabrochando los puños de la camisa.
- Oh, vale. - Por suerte, llevaba una camiseta debajo de mi blusa de encaje. Me di la vuelta mientras me la desabrochaba y la dejaba doblada en una silla cercana. Aunque la camiseta y la falda eran más recatadas que nada de lo que hubiera llevado a la playa, me sentí enormemente desnuda.
Cuando me volví, Balthazar se había quitado la camisa. Jamás le había visto el cuerpo hasta entonces, y el mero hecho de mirarlo - pecho ancho, hombros esculturales, cintura musculosa - despertó mi deseo de tocarlo. No lo toqué. No hice nada. Balthazar extendió las toallas en el sofá.
- Ven. Túmbate. - Yo lo hice, colocando el cuello de tal modo que la sangre que pudiera derramarse cayera en las toallas, pero tuve la sensación de que me movía a cámara lenta. Entonces Balthazar se tendió a mi lado, colocando su cuerpo junto al mío. El corazón me latía tan violentamente que parecía que iba a estallarme.
Balthazar me pasó una mano por el pelo y sonrió dulcemente. Parecía más relajado cuando dijo:
- ¿Estas nerviosa?
- Un poco - admití.
- No lo estés. Cuidaré bien de ti, te lo prometo.
- Chist. - Balthazar me besó en la frente. Luego, casi sin despegar los labios de mi cara, bajó hasta el hueco de mi cuello. Al notar el roce de su boca en mi piel, me puse tensa de arriba abajo. Él me acarició el brazo y no hizo nada. Advertí que estaba esperando a que yo me relajara y me habituara a tenerlo tan cerca.
Obligué a mis músculos a que se relajaran. Balthazar respiró hondo y me mordió.
"Oh, oh, qué daño, ¡qué daño!" Lo agarré por los hombros, disponiéndome a apartarlo, pero entonces ya no me dolió tanto, y sentí una sacudida profundísima. Era la corriente de mi sangre fluyendo hacia él. El cuerpo de Balthazar junto al mio era todo a lo que podía aferrarme, la única cosa que conocía.
Su lengua me lamió el cuello, la succión haciéndome cosquillas, hasta que se apartó.
- Bebe - me susurró - Bianca, bebe mi sangre.
Yo lo atraje hacía mi, enterré mi cara en su hombro y sentí el familiar dolor en la mandíbula debido a mis colmillos. Balthazar olía bien y tenia la piel suave y, en una milésima de segundo, pase de no saber si podría morderlo a saber que tenia que hacerlo. Le hinque los colmillos. Mi cuerpo respondió a su deseo y note que me mordía con mas fuerza al percibir mi excitación. Eso aumento mi deseo de él, y su deseo de mi, la sensación multiplicándose interminablemente hasta que ya no pude soportarlo más...
Balthazar se separo de mi cuello, lo suficiente para que también yo tuviera que dejar de morderlo. Entonces me beso, no una vez, sino media docena, cada beso frenético y con un agradable sabor a sangre.

~

1 comentario:

Ichi dijo...

DIOS me encanta leer estos tipos de
relatos, tan vampíricos, sangrientos
y apasionados, podrías continuar con
Balthagrrrzar jajaja *-*

Te quierooo millónes infinitos! :]
(L)