lunes, 14 de julio de 2008

Muerte.


Vio como le sacaban. Sentia deseos de aullar y de arrojarse sobre su cuerpo cubierto por una manta. De quedarse con el para siempre. Ahora ya desaparecia la verdad. Gentes extrañas le tocarian y trastearian en su cuerpo. Ninguno de ellos seria capaz de ver su belleza como ella lo hacia. Para ellos solo seria un trozo de carne. Un numero en un documento, sin vida, sin fuego. Se paso la palma de la mano derecha por la izquierda. Aquella mano habia acariciado ayer el brazo de el. Se aplico la palma de la mano en la mejilla, intentando sentir en su rostro la piel fria de ella.
No sintio nada. No quedaba ni rastro de su persona.
Parpadeaba el color azul de las luces. La gente trajinaba presurosa de un lado a otro, entrando y saliendo de la casa. ¿A que venia tanta prisa?. Ya era demasiado tarde. A ella no la veia nadie. Era invisible. Ella siempre habia sido invisible. Pero no importaba. El la habia visto. El siempre habia sabido verla. Cuando el fijaba sobre ella sus ojos marrones, se sentia "vista". Yo no quedaba nadie. La lucha se habia extinguido hacia tiempo. Y ella seguia entre las cenizas observando como se llevaban lo que habia sido su vida, cubierta con una sabana de hospital amarillenta. Al final del camino, no habia mas opciones. Ella siempre habia tenido plena conciencia de ello y ahora, por fin, habia legado el momento. El momento que ella habia añorado. Y lo abrazo. El ya no estaba.

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