domingo, 24 de octubre de 2010

Legión.

Cuando era niña mi madre me recordaba cada noche antes de dormir que le abriera mi corazón a Dios porque era bueno, misericordioso y justo. Eso cambió cuando mi padre se largó y la dejó a cargo de mí y de mis hermanos en un pequeño pueblo a las afueras. No volvió a hablar de un Dios bueno y misericordioso. Empezó a hablar de una profecía: La oscuridad envolvería al mundo y se decidiría el destino de la especie humana. Una noche reuní valor para preguntarle por qué había cambiado Dios, por qué estaba tan furioso con sus hijos. - No lo sé - dijo mientras me arropaba bien- Se habrá cansado de tanta gilipollez...

No hay comentarios: