sábado, 19 de julio de 2008


Sentia una soledad indecible. El mundo habia quedado frio y desolado sin el y no habia nada que ella pudiese hacer para mitigar la frialdad. El dolor era mas llevadero cuando podia conpartirlo con el. Desde que habia desaparecido, era como si soportase el sifrumiento de ambos ella sola, lo que era mas de lo que creia poder resistir. Pasaba los dias contando minuto a minuto, segundo a segundo. La realidad exterior no existia, ella solo era consciente de que el habia desaparecido para siempre. Y la culpa podia dividirse en partes iguales y repartirse entre los culpables. No pensaba cargar solo con el. No, en ningun momento se le habia ocurrido cargar solo con el. Miro sus manos. ¡Como las odiaba!. Estaban impregnadas de belleza y de muerte, en una combinacion imposible de conjugar pero con la que se vea obligada a vivir. Solo cuando lo acariciaban, habian sido buenas. Su piel contra el de el habia espantado todo mal obligandolo a huir por un instante. Al mismo tiempo, habian alimentado su maldad oculta. El amor y la muerte, el odio y la vida. Opuestos que los habian convertido en polillas revoloteando cada vez mas cerca de la llama. Y el se quemo el primero. Ella sentia el calor del fuego en la nuca. Ya estaba cerca.

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